Con la muerte de Gadafi se ha abierto, una vez más, el eterno debate: ¿deben mostrarse las fotos del cadáver? ¿Es ético?
Como de costumbre, cada medio ha optado por la solución que ha estimado más oportuna: desde la portada sin sangre del NY Times a otras más explícitas como la de Le Monde.
Como en otras ocasiones, me parece que la respuesta admite cientos de matices. ¿Por qué parecen obscenas estas fotos pero las de Mussolini o el Ché muertos son históricas? ¿No sería archiconocida una foto de Hitler muerto si hubiera llegado a existir? ¿Acaso estas fotos no tendrán mañana un valor histórico? ¿Es lícito divulgarlas en la portada o es preferible avisar del contenido? ¿Censura o autocensura? ¿Algún medio se habría resistido a publicar las fotos de Bin Laden de haberse filtrado? ¿Por qué nos parece mal que se publique una foto de un dirigente muerto pero se premia la imagen de un niño a punto de ser devorado por un buitre?
Primer fue Sadam Hussein, después Bin Laden y ahora Gadafi. Con cada uno de ellos se ha abierto el debate sobre si deben o no publicarse esas fotos. Pero lo cierto es que al menos en dos de los casos, ahí están, y con las nuevas tecnologías cada vez es más fácil que se filtren este tipo de imágenes, las publiquen o no los medios. Y ojo, que no estoy hablando de temas como los del 11S o el 11M, porque ahí creo que se impuso una necesaria autoregulación por parte de los medios para no mostrar carnaza. ¿Pero qué pasa cuando se trata de mandatarios o líderes en cuyo nombre se ha matado a miles de inocentes y que tienen un valor histórico? Me temo que no tengo todas las respuestas: pienso que también debe haber límites, y un respeto (la idea de llevar el cadáver de Gadafi en una suerte de ‘tournée’ como un trofeo de guerra me parece repugnante: ningún ser humano, por muy tirano que haya sido, merece un trato así).
Pero mientras el mundo ve las fotos de Gadafi queda, para mí, una gran pregunta pendiente: ¿por qué nos han robado un juicio una vez más? Ningún líder menciona el tema. Todos los líderes hablan del fin de una era y del brillante futuro que espera a los libios (tan ‘brillante’ como a los iraquíes, me temo). Nadie lamenta que no se le haya sentado en un banquillo. Supongo que muchos lo prefieren así, muerto, no sea que hable y caiga la credibilidad de más de uno.
Actualización (21/10/2011): cuando escribí estas líneas sólo había un par de imágenes del cadáver de Gadafo. Ahora hay en la red toda una orgía: carnicería pura y dura, que sólo demuestra el trato inhumano que se le dio y la obscenidad con la que se ha tratado su muerte. ¿Es necesario? ¿Que ahora existan los medios justifica ese comportamiento? Creo que no.
